jueves, 23 de agosto de 2012

Morelia, Mich. México, 23 de Noviembre de 2009.







Me detengo un momento. Ya no es día para seguir escribiendo cartas viejas. 
Entre el inglés y otros, los proyectos llegan, suman propuestas, trabajo, tú, ustedes y el nosotros que está prometido, que está ahí.
Parecían lejanas tus caricias, las miradas tardías, parecían. Pronto estarán cerca. Estaré cerca de tí y podré tocarte. Hoy las manos van muy sueltas, mis deseos, las ilusiones, los castillos toman forma. No importa si se derrumban al final, los riesgos siempre existen, tengo fe en tí, esperar, buscar. Quedarse sentado a bordo de camino, ya no es una opción. Se hincha el pecho y mis letras toman caminos, se llenan de gracia, se han visto en tus ojos las palabras, estamos separados, nos sentimos. 
Cualquier carta, cualquier verso, mi trabajo y estos descansos, vuelven a ti. Las vueltas del mundo nos mueven, pero no importan, quizá en una de esas vueltas vienes a mí. Aquí estoy, con la espera, tú preguntas, cuándo llegas. 
Sigo de pie, pensaban lo contrario. Seguiré de pie, "mírenme, a la vida vuelvo ya...". 
Este despertar me llevó a donde nunca pensé estar. En la soledad de un pueblo, en el bullicio de la ciudad, siempre encuentro un momento para mirarte, pensar qué haces, imaginarme contigo. 
Las cosas pendientes pueden seguir así. El "nosotros" que se avecina es el despertar... a tu lado, todos los días, festejar el amanecer y bailar a la noche. Servirte el café, que me ayudes con los pequeños, bañarnos juntos, jugar al amor, enojarnos de vez en cuando. 
Te extraño es lo mismo que me haces falta, te necesito tanto como te amo, te espero, como tú a mí. 
No te puedo fallar, no quiero. 

miércoles, 22 de agosto de 2012

Morelia, Mich. México, 15 de Junio de 2003.


C.

Esta oscuridad junto al ángel roto. Aquí no protegen más tus alas, nos verán caer a todos. 
No hay descriptiva para una noche tan sangrienta, luego de que has tocado tu rostro y lo has maquillado de rojo, tu voz clama por las muertes, por la fractura del alma. 
No hay cura para las almas solitarias, no hay música que les dé calma. 
Esta noche, esta oscuridad sin astros es eterna, no logras hallarte en la puesta del sol que no ha podido calentar tu sangre tibia, comienza a coagular... 
Se detiene el tiempo, te da la espalda, el viento ya no susurra de frente, la luna ya no es clara. 
La noche se ha estacionado para dar muerte a todos tus santos, carcome tus alas, deja a tus ángeles a voluntad de la tempestad. 
Muere el sol, el tiempo le sigue. 
Tú, al viento esta noche, las alas rotas, el alma fracturada, una palpitación inmóvil, los puños desangrados, este vientre vacío y la mirada perdida. 
Esta oscuridad, cuando no abandona, cuando todo, comienza a morir. 



Morelia, Mich. México, 6 de Diciembre de 2005.

"Los espejos son para mirarse la cara,
el arte, para mirar el alma."
(George Bernard Shaw) 

"Un día escribiré nuestra historia". Eso escribía el 5 de mayo pasado. Lo escribo hoy para tí, porque quizá en el fondo, esta sea mi forma de escribir nuestras historias. 
Es bueno saber que tú tengas una parte de esas historias que comencé a escribir desde hace siete años, aproximadamente. Es bueno porque sé, que si alguien te pregunta por mí, dirás que tengo muchos defectos y que me quieres mucho. Yo diría lo mismo de ti. 
Gracias por conocer mi alma, gracias por compartir tu alma conmigo.
Nuestra historia es de esas que no tienen un fin definido. 
Sé contar contigo, ¿y tú?.
Te quiero mucho.

Morelia, Mich. México, 21 de Julio de 2003.


Recuerdo aquel pequeño pueblo donde los murmullos corrían más velozmente que el tiempo, mi destino en ese momento no era una casualidad, el día, la noche, los amigos, todo había sido una conspiración para que nuestros pies dejaran huella.
Bajo la lluvia, la humedad en nuestros cuerpos, no sólo era exterior, la gente corría, tu y yo danzábamos, al llegar a nuestra posada, el silencio hacía eco, la ropa empapada comenzó a caer y tus manos dejaban huella en mi cuerpo, tus ojos hacían huella en el alma. 
El atemporal momento se iluminaba con la fogata, y la desnudez inundó nuestras almas. 
Mi destino aquella noche, era tenerte dentro, sentirte hasta el fondo de mis entrañas, aunque el dolor traspasara el vientre vacío.

Morelia, Mich. México, 9 de Junio de 2003.

 Aún espero tu mirada, 
tu caricia, tu sonrisa, 
tu abrazo, tus palabras...

Hoy no sé qué escribirte, porque hoy quería escuchar tu voz, hoy quería decirte ese par de palabras que suelo decirte, recordarte que estoy para tí. 
De una extraña manera, te aferraste a este corazón y estas cuestiones son algo que no se puede evitar; recuerdo el momento en que te empecé a querer, aquella primera vez que llamaste, era un jueves, yo ayudaba a mamá con la comida, el teléfono sonó y desde entonces no te olvido, no esperaba encontrarte y ahí estabas, para mí. Gracias. 

Morelia, Mich. México, 27 de Mayo de 2003.

La noche otra vez, fue fría, me abracé a la almohada, como si me abrazara a tu pecho cálido, me falta tu protección, tus caricias, tu mirada. 
Son deliciosos estos días, no me agrada estar sola, pero no quiero estar con cualquier persona. 
La clase está algo aburrida, tengo sueño y aún es temprano, después de esta clase, a las ocho, tengo tiempo libre, el maestro se sentó a mi lado, así que ahora no me podré dormir en clase. 
Cuando esta clase termine, me iré al café a ver si despierto un poco, leyendo un libro, no sé, tal vez alguien me acompañe con alguna charla interesante, o quizá sólo me siente a pensar en tus ojos, tratar de imaginarte aquí. 
Terminó la noche, también la clase y ahora sólo camino sin rumbo fijo. 
He llegado a una plaza, la plaza Valladolid, estoy parada en el centro de ésta, donde hay una fuente, es de las más grandes de la ciudad, eso creo, aquí en esta plaza se llevan a cabo muchos de los conciertos gratuitos, aquí estuvo Oscar Chávez y durante ese concierto pude ver el eclipse de luna. Lo chido de esta ciudad es que la gente casi no corre, aún. 
A seis cuadras de aquí, está mi escuela. Se me antoja una dona con chocolate, pero una de dos, o tomo mi café o como dona, difícil elegir, pero me tomaré mi café. 
A Morelia casi no le falta nada, hay muchas plazas, iglesias, un acueducto, una hermosa catedral, artistas, artesanías, arte, pseudoescritores como yo, cafés, museos, escuelas, le faltas tú. 
Ahora sí voy a caminar hacia el café, sigue la clase de coro, así que voy para allá. 

Morelia, Mich. México, 26 de Mayo de 2003.


Este susurro lo hace el viento, el viento que hace que la noche pese más cuando azota la ventana de mis adentros y apaga la luz de tu presencia, entonces pesa más el viento esta noche, no estás en mis brazos. 
Es de madrugada, la lluvia me despertó, esta noche es muy extraña, hay un gato sentado en la mitad de la calle, ahora que terminé de escribir acerca de él, ha desaparecido. Hay una vela encendida que me ayuda a seguir la línea; acá en la calle, las casas, hay calma, mientras allá en las nubes hay un caos de luz  y el cielo parece mar agitado. 
No es tormenta, las gotas son finas. El gato atravesó la calle, hacia un lote baldío. Hace viento, tus brazos me harían bien en este momento. También hay un mosquito molestando y una voz dulce me habla del destino en portugués. 
Te extraño, extraño tu voz y quiero conocer tus brazos. 
De repente el cielo se ha iluminado, por allá, por acá, el viento se torna un poco violento, sin embargo reina la calma. 
Hay un poco de miedo en este ser insomne que se debe a la noche y por eso he decidido escribirte, aquí junto a mi ventana, puedo ver una buena porción de ese cielo que se nos derrama, tiene un tinte rojizo, las nubes no me permiten ver las estrellas, hoy no le puedo hacer reclamos a la luna, tampoco peticiones, no está. 
Debo matar ese mosquito. Los grillos cantan sin detenerse, no sé cuántos sean, una rana vive en el jardín y croa, no la he visto, la he escuchado pidiendo lluvia, accidentalmente me rayé la pierna, siempre pasa eso cuando escribo en la cama, encenderé un poco de incienso, aroma de gardenia, me gustan esas flores, el piso está frío y también se me antojó un cigarro, el perro ya me ganó la cama, no importa, dormiré junto a la ventana. 
Tengo un poco de sed, siempre tengo agua en el dormitorio; ahora la voz canta algo sobre un perfecto y buen sentimiento, claro, en portugués; buen disco para noches como esta. 
Mis padres duermen, todos duermen. El tren, lo escucho, pasa cerda de aquí, como a cuadra y media; ese sonido me trae recuerdos, siempre hemos vivido cerca de alguna vía. 
Qué rica noche, fresca, me gusta mucho la noche.
Mi mamá se levantó al baño y me ha descubierto escribiendo con la luz de la vela; a dormir que mañana hay escuela. 
Ya son las cuatro y veinte de la mañana, es hora de dormir, tal vez mañana te cuente algo más. Espero encontrarte en el mensajero o escuchar tu voz por teléfono. 
Hasta mañana, o más tarde, debo decir. 
Buenas noches, descansa.